Dos matones atrapan a su compañero de trabajo en el vestuario y lo transforman en su esclavo y juguete sexual. Litros de pis, degradación y las más terribles humillaciones serán el pan de cada día para él.

Abraham Montenegro puede ser un auténtico machote cuando se pone a follar. Le encanta dominar a otros tios y convertirlos en sus putas. El tímido e inexperto Alex es justo lo que busca. El jovencito primero tiene que lamer los pies de Abraham y luego comer comida de perro directamente de la taza. Cuando Alex empieza a hacer de las suyas, recibe un par de bofetadas fuertes y un fajo de saliva viscosa. Su disciplina continua con azotes en el culo... ¡su pequeño coño brilla tan rojo como una señal de stop! En celo, Abraham le mete su polla gorda primero en la boca y luego en el coño.