Al salir de la ducha, Andolini esperaba con impaciencia su pedido de comida. Tenía mucha hambre y estaba deseando disfrutar de una deliciosa comida en casa después de darlo todo con un seguidor que vino a visitarle. Por fin oyó un ruido en las escaleras de su edificio acercándose a su apartamento, y entonces sonó el timbre. Andolini, vestido con una toalla de baño, corrió a la puerta para saludar al repartidor. Cuando abrió la puerta, Andolini se sorprendió al ver a un hombre rubio, guapísimo, con un cuerpo esculpido por el ejercicio y el entrenamiento. Ya había oído hablar antes de este repartidor, apodado FitFrench, por su capacidad para entregar paquetes con cualquier tiempo, viento, lluvia o nieve. "Hola, soy su repartidor. Tengo una entrega para usted", le dijo con una sonrisa encantadora. Andolini quedó inmediatamente cautivado por el hombre que tenía delante, que parecía tan fuerte y en forma. Parecía un atleta, y Andolini no pudo evitar pensar en lo que ese magnífico cuerpo podría hacer si se utilizara para algo más que repartir comida. Andolini sabía que tenía un activo bajo el maletín, un placer culpable al que pocos podían resistirse. Empezó a imaginarse a FitFrench desnudándose lentamente para revelar su musculoso cuerpo y devorando obedientemente su hermosa polla. Andolini invitó al repartidor a irse a casa, no sin cierta dificultad tras dejar caer torpemente su toalla de baño al suelo. El repartidor de FitFrench entró...